LA AUTOPSIA DE LA DUQUESA DE ALBA .
LA TUBERCULOSIS Y ESCOLIOSIS DE LA DUQUESA CAYETANA
Tomada de : Un surco en la sombra . » La amante de Goya la duquesa de Alba «
La Duquesa de Alba no fue la Modelo de las Majas de Goya ni fue envenenada , según se demostró mediante la exhumación y la autoposia efectuada por tres médicos forenses a su cadáver momificado en 1945 , por iniciativa del entonces Duque de Alba .
María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII duquesa de Alba . GOYA
El día 17 de noviembre de 1945, a instancias del entonces Duque de Alba, se reunieron en la antigua Sacramental de San Isidro de Madrid los doctores Blanco Soler, Piga Pascual y Pérez de Petinto, para proceder a la exhumación y estudio de los restos de la Duquesa María del Pilar, Teresa, Cayetana de Alba, fallecida en 1802. La Duquesa había recibido 27 nombres en su bautizo, pero sólo con uno de estos nombres, el de Cayetana, iba a pasar a la inmortalidad. La leyenda apuntaba, ya desde la opinión del mismo Carlos IV, hacia una muerte por envenenamiento ordenada por sus enemigos políticos e incluso, tal vez, por la propia Reina María Luisa. Las leyendas, como las mentiras piadosas, se justifican por su belleza, más que por su veracidad. En realidad, indican, en general, la ausencia de una veracidad contrastada. Cuando no se tiene una idea clara sobre aquello que ya se fue se tiende a poetizar sobre aquello que pudo ser. Otras leyendas habían ido surgiendo al socaire de la enemistad existente entre la Reina y la Duquesa de Alba, enemistad que seguramente no pasó más allá de una femenil rivali-dad. Casi una red de leyendas envuelve precisamente la vida del hombre más entero y más íntegro de aquella época de caos: D. Francisco de Goya y Lucientes.
La leyenda adorna las circunstancias auténticas de la Duquesa Cayetana, las de D. Francisco de Goya y, como en cierto modo parece lógico, las de las relaciones y convivencia entre ambos. Facilitará en gran forma nuestro trabajo detenernos someramente en cada uno de estos aspectos.
Seguramente, como dice BERUETE, la Duquesa de Alba no pasó de ser “una modernista de su tiempo”, mal comprendida y peor interpretada. Su leyenda alcanza así cimas indescriptibles, sublimadas en su novela por Dominique AUBIER. De esta Du-quesa ardiente, enamoradiza, amiga de andar mezclada con majos y toreros, tonadillera, maja y orgullosa, a pesar de ello, de su alcurnia, rival ante el pueblo de la Duquesa de Osuna y conspiradora contra la Reina y contra Godoy, solamente nos interesa comentar ahora lo que se refiere a su pretendida muerte por envenenamiento, parte esencial y sobrecogedora del núcleo de su leyenda. Copiamos de “La Duquesa de Alba y su tiempo”, de Blanco Soler, Piga Pascual y Pérez de Petinto:
“La muerte resulta sospechosa por la misma brevedad de su proceso morboso y por la calidad secreta de su entierro. Y esta duda alcanza al mismo Trono. Así llega a escribir el Rey a Godoy: ‘Palacio y julio 30 de 1802. —Nada más escrupuloso que el Juzgado de las cosas propias a cada individuo, y mi conciencia no estaría tranquila si la con-fianza que tengo por repetidas pruebas de tu lealtad y amor a mi persona, tu austeridad en el cumplimiento de los preceptos que nos impone nuestra sagrada religión no me relevase de una dificultad que como incidente ha producido la testamentaría de la Duquesa de Alba; sospechando yo de la rectitud de los facultativos que la asistieron en su enfermedad, mandé indagar si la muerte fue por causa natural y resultado de su enfermedad… El alcalde… ha podido averiguar que por criados desleales se habían sustraído papeles de la caja de la Duquesa en el momento que expiró; …Así pues, te encargo esta diligencia; desempéñala como te parezca conviene a mi dignidad y decoro… Fío a tu celo acreditado—. Carlos. Al Príncipe de la Paz’”.
EL REY CARLOS IV Y MANUEL GOODOY » PRÍNCIPE DE LA PAZ » .
En el mismo libro se cita la correspondencia entre los esposos HUMBOLDT, en que se da por sentado el envenenamiento. La leyenda pasa a ser tradición y esto mueve al Duque de Alba en 1945 a ordenar la exhumación de los restos de su noble antecesora en la titularidad de la Casa de Alba. Máxime cuando el nombre de la Reina María Luisa se hallaba involucrado en los entresijos de la tradición, mantenida incluso hasta nuestros días. (LASSAIGNE, en la edición Skira de pintura española, año 1952, dice textualmente: “…se habla de un envenenamiento en el que tendrían algo que ver los celos de la Reina”, al citar la “misteriosa muerte” de la Duquesa Cayetana).
En cuanto a la “Leyenda de Goya”, (en frase de ORTEGA Y GASSET), ha alcanzado proporciones gigantescas, resultando abrumador el conjunto de hechos que se han inventado sobre su vida. Si ésta no hubiera sido tan intensa, si su espíritu no fuera inconmensurable, si lo real en él no fuera más asombroso que lo inventado, la leyenda de Goya hubiera llegado a sobrepasar, como habitualmente sucede, la realidad. El haber hecho a la fuerza, contra la voluntad del interesado y en sus propios salones, un retrato de Benedicto XIV, es leyenda, puesto que este Papa había muerto al menos diez años antes (1758) de que Goya llegara a Roma.
LA ADORACIÓN DEL NOMBRE DE DIOS – GOYA . TECHO DEL PILAR DE ZARAGOZA . Tomada de frescos de Francisco de Goya en la basílica del Pilar .
El haber pintado los techos increíbles del templo del Pilar de Zaragoza y de San Antonio de la Florida es, en cambio, sorprendente realidad. Las reyertas, cuchilladas y escenas de lecho o de taberna son leyenda, creada en gran parte por José Somoza en sus “Memorias de Piedrahíta” (ORTEGA). Su técnica “de pinceladas pequeñas, que no se unen, que no se funden, con objeto de que den a la pintura una viveza y una vibración de que necesariamente tiene que carecer la pintura de pincelada amplia y larga” (BERUETE, pág. 324), utilizada en los años finales de su vida, es el origen de lo que mucho más tarde iba a ser conocido con el nombre de “impresionismo”.
La unión de las figuras de Cayetana y de Goya en la leyenda era irremediable, sobre todo para los ojos de los que, sin haber vivido aquella época, se emborrachaban de romanticismo al hacer su evocación. Hay datos que parecen apuntar a ello en el “Cuaderno de Sanlúcar”, en las visitas en Madrid, Sanlúcar o Piedrahíta, en el “Sólo Goya” y los anillos “Alba” “Goya” de los retratos, en los famosos “Volaverunt” y “Sueño de la mentira y la inconstancia” de que más adelante nos ocuparemos.
LOUIS VIARDOT ( 1800 -1883 ) . Escritor e hispanista francés. Colaboró en los periódicos Le Globe, Le National, Le Siècle y en las revistas Revue des Deux Mondes y Revue de Paris, entre otras.
Sin embargo, la idea de que las Majas, fundamentalmente la desnuda, hubieran sido pintadas utilizando a la Duquesa como modelo no empieza hasta 1845, por sugerencia de Louis VIARDOT, como indican GASSIER y WILSON en su edición de Goya (pág. 152). La mayor parte de los autores, nacionales o extranjeros, acogen pronto esta opinión, algunos, como MAYER, con relativa prudencia, otros, como BAUDELAIRE, GAUTIER, ALBERTI o BONMATI DE CODECIDO, con total convencimiento y alguno, como MATHERON o Ramón GOMEZ DE LA SERNA, con verdadera fruición romántica. Opiniones serenas, como las de BERUETE, ORTEGA Y GASSET y, ya en nuestros días, GASSIER y WILSON, son incapaces de influir sobre el sin duda apasionante torrente de datos legendarios e interpretaciones poético-maliciosas.
Es curioso que también los tres médicos forenses que hacen el estudio tanatológico de los restos, por cierto momificados, de la Duquesa Cayetana, caen, en definitiva, a pesar de todo, en el embrujo de la idea de la Maja-Duquesa. Porque, en efecto, uno de los matices menos conocidos de la leyenda de las Majas de Goya es el que se refiere a la posibilidad de que aquella postura especial de la figura en el cuadro escondiera una deformidad corporal de la modelo. La Duquesa María del Pilar Teresa Cayetana de Alba presentaba, al ser exhumada, una clara escoliosis.
ESCOLIOSIS . Es la desviación lateral de la columna vertebral . Tomada de Escoliosis : causas , tipos y tratamiento . A la derecha imagen radiológica de escoliosis dorsolumbar .
Exhumación de los restos de la duquesa de Alba el 17 de noviembre de 1945
Al hacer la exhumación, el cadáver de la Duquesa Cayetana de Alba se mostraba perfectamente momificado, a pesar de que había muerto un 23 de julio, época en que el intenso calor de Madrid favorece la putrefacción. No hubo, en el estudio hecho posteriormente, signos de que se hubiera empleado algún método de embalsamiento, lo que permitió deducir que la situación fue creada por la permanencia inicial del cadáver en la cripta de la iglesia del convento del Salvador, donde se efectuó el primer enterramiento de la Duquesa. Dato curioso es que le habían sido seccionados ambos pies por encima del tobillo, casi como en el dibujo famoso de Goya, sin duda para que cupiera en el féretro en que fue trasladada, en 1843, a la Sacramental de San Isidro. El pie derecho, por cierto, se hallaba en el féretro, junto al cadáver, pero no así el izquierdo.
El estudio tanatotoxicológico de los restos está perfectamente descrito en el libro ya citado, publicado en 1949 por BLANCO SOLER, PIGA PASCUAL y PEREZ DE PE-TINTO, “La Duquesa de Alba y su tiempo”. Se demuestra la ausencia total de huellas de venenos, minerales o vegetales, y se analizan estado y situación de cada uno de los componentes anatómicos del cadáver. De todos los datos que ofrecen, sin embargo, el fundamental para nosotros reside en la existencia de claras lesiones específicas tuberculosas, que explican perfectamente la causa real de la muerte de la Duquesa.
Imagen radiológica de una pleuresía tuberculosa
En primer lugar, describen los autores huellas de una intensa pleuresía serofibrinosa, padecida, según indican, en 1792. Además, había una destrucción, también de etiología específica, del riñón izquierdo.
Afectación renal tuberculosa
Por último, pudieron constatar que la muerte sobrevino a consecuencia de una meningoencefalitis tuberculosa, última localización del proceso que venía padeciendo desde diez años antes.
Meningitis tuberculosa . En la imagen inferior una RMN : Se identifican infartos agudos/subagudos en los territorios de ACA, ACM y ACP. Nótese el aumento del tamaño ventricular (hidrocefalea). Hospital Trueta de Gerona
La pleuresía serofibrinosa había llegado a producir una escoliosis del tipo de las que clásicamente suelen ser denominadas toracó-genas. Copiamos algunos párrafos de la descripción tanatológica:
“En la cavidad pleuropulmonar del lado izquierdo resaltan limpias en toda su extensión las costillas… Por el contrario, en contraste, la cavidad del hemitórax derecho está ocupada y en parte recubierta casi toda su pared, por tejido fibroleñoso que recubre las costillas… Es capa de un milímetro o poco menos de espesor, fino y translúcido en algunas zonas… Continuándose con esta capa llegan o salen del mismo tejido fibras, como un gran pincel, en abierto abanico, y cuyo centro viene justamente a coincidir hacia el propio tórax, al mediastino, por fuera de la columna vertebral… La columna vertebral no es simétrica ni está situada en el centro del tronco, en el plano sagital, como sucede normalmente, sino que presenta una ligera curva de marcada convexidad hacia el lado derecho… Está, por consiguiente, disminuido en amplitud el hemitórax derecho y proporcionalmente ampliado el del lado izquierdo”.
La columna vertebral, por consiguiente, ofrece “una marcada escoliosis hacia el lado derecho de la región torácica y una curva opuesta, de compensación, en la región lum-bar. Queda por ello inclinada la pelvis, levantada del lado derecho. En consecuencia similar, también está más alto el hombro derecho… Los cuerpos vertebrales están limpios en la región dorsal. Algo cubiertos de fibras leñosas en la región lumbosacra”. Un dato de cierto interés es que, en relación con el nivel pelviano, de soporte de la viga pélvica, como diríamos ahora, “no están a la misma altura ambas espinas ilíacas ánterosuperiores, sino que está más alta la izquierda. Esto aparece de manera más clara situando de pie a la momia.” Finalmente, recogemos también el dato de que “las vértebras aparecen íntegras, con normal morfología e independientes entre sí, manteni-das en contacto por sus superficies de articulación, gracias a los leñosos restos de liga-mentos y de la misma piel”.
Se trataba, por tanto, de una columna vertebral sin demasiados problemas en cuanto a su misión mecánica fundamental de pie derecho cargado, al formarse una curva lumbar, en este caso compensadora de la dorsal, pero con exigencias posturales suficientes para que se hubieran creado adherencias capaces de estabilizar convenientemente el tramo lumbar y se hubiera conseguido la elevación pelviana en el lado hacia el que tendería normalmente a inclinarse la columna lumbar, apuntalándola. Es de creer, aunque los autores no citan este detalle, que la lordosis lumbar no habría aumentado gran cosa, gracias a la estabilización creada por las adherencias existentes a este nivel. En cambio la cifosis dorsal debió ser importante, al cumplirse la ley por la cual los momentos de torsión y los de flexión se hallan siempre en razón directa y no existir a este nivel otro freno que el de las semideformadas costillas, incapaces de resistir el tremendo esfuerzo tractor realizado por un tejido retráctil con fibras en “capa de un milímetro o poco menos de espesor”. La descripción permite pensar que existió una gibosidad en el plano costal posterior derecho, con leve gibosidad costal anterior izquierda, bajo la mama de este lado. La gibosidad posterior derecha debió elevar ligeramente la escápula y el hombro de este lado.
De por sí, ya llama la atención que la figura, en los dos cuadros de las Majas de Goya, se halle colocada de forma tal que su hombro derecho tienda hacia una posición de mayor elevación, conseguida por la posición casi vertical del brazo, mientras el brazo izquierdo se mantiene en posición próxima a la horizontal. Esto es exactamente lo que el pintor hubiera hecho si éste hombro hubiera estado a un nivel más bajo que el izquierdo, es decir, si hubiera habido una escoliosis dorsal de convexidad contraria, hacia la izquierda.
EL RETRATO DE LA DUQUESA DE ALBA – GOYA – HISPANIC SOCIETY
En el retrato de la Duquesa de Alba de la Hispanic Society, en efecto, la dama permanece con el brazo izquierdo en jarras, lo que permite conseguir una mayor elevación del hombro de este lado, es de suponer que para disimular la mayor altura que en aquella época debía tener ya el hombro derecho. En las Majas sucede al revés pero, además, el giro de la pelvis en relación con el tronco favorece, en lugar de disimular, la instauración de una curva lumbar de convexidad izquierda, tal como la que el cadáver de la presunta modelo tenía en realidad. Aún más, tanto la posición levantada de la cabeza como la situación en ligera flexión de las caderas y las rodillas, consiguen incrementar las curvas cifolordóticas, la de cifosis dorsal por la postura de la cabeza, la de lordosis lumbar por la anteversión pelviana. Una y otra curvas provocarían, por las razones antes expuestas, un incremento proporcional de cualquier tipo de curva escoliótica, en el caso de que ésta existiera, lo que conllevaría la adición de un nuevo factor que tenderíia a realzar unas deformidades del tipo de las encontradas en el cuerpo de la Duquesa Cayetana por los tres médicos forenses.
LAS MAJAS DE GOYA
Para mayor seguridad colocamos a diversas personas en una postura similar a la que muestran la Maja vestida y la Maja desnuda en los cuadros inmortales. Las curvas del raquis siguen una dirección análoga (dorsal hacia la derecha, lumbar hacia la izquierda) a la mostrada por la columna vertebral de la Duquesa Cayetana. Lo cual significa, de manera obvia, que la postura que Goya hizo adoptar a sus Majas hubiera puesto más de manifiesto las curvas escolióticas de la Duquesa, en lugar de atenuarlas, en el caso de que esta última hubiera sido la modelo de que se sirvió en sus retratos. Porque, si bien en la posición de decúbito la columna vertebral deja de comportarse como un pie de-recho cargado y se convierte en eje de transmisión o, a lo sumo, en viga de soporte transversal, las deformidades ya existentes se mantienen y un pintor tan experimentado como Goya hubiera tendido a buscar posiciones que las atenuaran, nunca que las realzasen.
La demostración parece suficientemente sólida. La modelo que Goya utilizó para pintar sus Majas no pudo ser la Duquesa Cayetana de Alba. El análisis cinesiológico muestra que, dada la deformidad raquídea sufrida por esta última durante la última etapa de su vida, la postura en que la habría colocado el pintor, para disimular las alteraciones existentes, hubiera sido exactamente la contraria a la que las dos Majas nos ofrecen. Algo importante queda, sin embargo, todavía por decir.
Con certeza, con absoluta certeza, la verdad, toda la verdad, se halla en la obra de Goya y, también, en el análisis razonado y desapasionado de los hechos de su vida. Vamos a intentar este camino aún a sabiendas de que resulta imposible agrupar, en tan corto espacio de tiempo, todas las sugerencias que la obra de Goya ha ofrecido a nuestra limitada observación.
El arte constituye, como el movimiento de la mano, la gesticulación facial o corporal o el lenguaje hablado o escrito, una forma técnica de comunicación. La pintura es, en gran parte, expresión, y este carácter alcanza su cima en Goya, para quien la pintura supera en riqueza expresiva a la palabra y al gesto. Toda la producción de Goya, sobre todo la de sus últimos años, expresa una verdad interior, descarnada, sin tendencia a idealismos, lo cual es manifiestamente claro en las Pinturas Negras y en todas las realizaciones de la etapa final
EL AQUELARRE
Expresaban “su” verdad, pero esta verdad era también una verdad absoluta, primero, porque Goya era soberanamente inteligente, segundo, porque la sordera había agudizado sus demás dotes de captación y percepción y, tercero, porque, por desgracia, acertó plenamente en sus vaticinios. Estos vaticinios eran, funda-mentalmente políticos y, sin embargo, Goya fue siempre todo lo contrario a un hombre político. Ha habido quien le ha considerado republicano y ateo (POMPEY) basándose en interpretaciones de sus pinturas. Pero su simpatía por la realeza y la aristocracia es tan obvia como su respeto a la religión (POMPEY). La clave está en que él buscaba una realeza y una nobleza limpias, bienintencionadas, impuestas de sus obligaciones y como esto no era así fustigaba sus vicios como advertencia, sobre todo, del peligro que amenazaba. Del mismo modo, porque era profundamente religioso, repudiaba la corrupción existente en el seno de la Iglesia española, mostrando este repudio, a veces ferozmente. En sus cartones trasciende el amor y el respeto que sentía por el pueblo pero ello no le impidió comprender el desastre a que iban a desembocar sus gentes por culpa de la incultura, la superstición y la falta de horizontes. Y se lo dice, claramente, muchas veces. Anunciándoles lo que él veía que iba a sucederAsí, Goya nos da, ante todo, noticia real de aquella España absurda y miserable que, dando la razón al pintor, se iba a desmoronar “oficialmente” muy pronto. Para su grandeza, resulta indudable que luchó para evitar este desmoronamiento, precisamente por-que fue muy español, muy religioso y muy humano. Al principio, y siempre a través de su pintura, intentó ser un reformador, idealista y, a su manera, romántico. Al ser desoído se convirtió en fustigador, acusando y condenando, para terminar en profeta, vidente anunciador de una catástrofe que no tardó en llegar.
CAPRICHO 77 DE GOYA
Por ejemplo, a mí me parece que Goya nunca fue taurómaco. Por el contrario, veía en la “fiesta” cierta degradación y así lo muestra en alguno de los Caprichos, como el 77, en que una de las picas se parece a un pincel, en los Proverbios 21 y 22 y, sobre todo, en la Tauromaquia, donde el verdadero protagonista es el toro, cuya epopeya, siempre trágica, nos es genialmente contada.
JOSÉ ORTEGGA Y GASSET
Como dice ORTEGA, “si pinta lo castizo es porque había dejado de ser casticista”. Y porque “aquello” era lo que veía, en su misión eterna de observador. Si cupiera encontrar en Goya alguna dosis de afrancesamiento sería en un solo sentido: El de haberse dado cuenta de que Europa, la europeización, representaba casi la única salvación para España.
Otro ejemplo es el de sus sentimientos hacia la Duquesa Cayetana de Alba. A mi modo de ver, en la consideración de Goya por la Duquesa había mucho de crítica, como la hubo también en relación con la Reina María Luisa, cuya caricaturización es fácil de adivinar en varios de los Caprichos e incluso, sorprendentemente, por la audacia que ello representaba, en los grandes retratos. Como dice MAUCLAIR, sólo la “hipócrita suficiencia” de la retratada pudo hacerle ignorar aquellas burlescas representaciones. Con la Duquesa Cayetana la crítica, contra todo lo que se ha dicho, fue menos personal de lo que lo había sido con Maria Luisa. Es una crítica, no de la persona, sino del sím-bolo que representaba a la mujer noble y, en definitiva, dado el espíritu pretendidamente popular de la Duquesa, a la mujer madrileña y a la española en general. Símbolo que también era representado, a ojos de Goya, por otras grandes damas de la época, como la Marquesa de Pontejos, la Condesa de Chinchón o D.ª Tadea Arias, y por eso los rasgos de mujeres en que Goya pretendió representar sin duda a la española, y no a la Duquesa de Alba, recuerdan, si nos fijamos, a todas ellas.
CAPRICHO 27 DE GOYA
Recordemos, únicamente, el Capricho 27, con los dos perritos de lanas que, con lazo o cascabel, simbolizan en la obra de Goya la feminidad y la currutaquez ( seguir la moda fielmente ). BLANCO SOLER aclara mucho en su estudio acerca de la personalidad psicológica de la Duquesa Cayetana: “Mujer en la que no brotó plenamente su adolescencia… Su carácter es amorfo, con un temperamento ligeramente cicloide y reacciones histeriformes de marcado tono exhibicionista que definen un complejo de inferioridad” iniciado por “la adoración por su madre”; “falta de entusiasmo erótico” y “narcisismo, que la llevará a las mayores extravagancias”. Todo bien distinto a la leyenda, creada porque, como dice el propio BLANCO SOLER, “no pudiendo negar su gracia y su deliciosa desenvoltura, se ha hecho lo posible por menoscabar su fama”.
Estos rasgos serían captados sin dificultad por Goya (recordemos el expresivo dibujo del perrito muerto) y, si al principio creyó encontrar el prototipo de la mujer española bien pronto se da cuenta de la verdad y pinta a la Duquesa como en realidad es. Con cejas muy espesas, como las de la Tirana; desenmascarando su falsa majeza, incapaz de tolerar la preponderancia de una maja auténtica, como en el Capricho 84; igualando su propia nobleza a la de ella, que no otra cosa pienso representan los anillos “Alba”, en el dedo medio y “Goya” en el índice, del retrato de la Hispanic Society; señalando su nombre (el famoso “Sólo Goya”), lo mismo que la Reina Maria Luisa hace en otro retrato, como afirmación de su preponderancia como pintor único de la Corte.
EL FAMOSO » SÓLO GOYA» escrito en la arena . ¿ Hubo un romance entre Goya y la duquesa ? … Nunca lo sabremos con certeza , pero pudo ser posible , el duque había fallecido y el camino hacia el romance estaba abierto . Ella luce imponente con su traje negro ( ¿de luto ?) y con el dedo índice de su mano izquierda señala a la arena en la que está escrita la frase a la que a
Los rivales, para Goya, no eran, al menos en este caso, los amorosos, sino los profesionales. Del mismo modo podríamos comentar matices existentes en otros retratos goyescos y no solamente femeninos.
RETRATO DE DON VENTURA RODRIGUEZ
Por ejemplo, la firma de Goya está en el plano que lleva en la mano D. Ventura Rodríguez y en el retrato de la Marquesa de Villafranca en que ella pinta a su marido, se lee “Goya” en el brazo del sillón y “Doña María Tomasa Palafox” en la paleta que mantiene la dama.
RETRATO DE LA MARQUESA DE VILLAFRANCA Doña María Tomasa Palafox, Marquesa de Villafranca, 1804, Oil on canvas, 195 x 126 cm, Museo del Prado, Madrid. La firma de Goya está en el brazo del sillón .
EL AGUAFUERTE SUEÑO DE LA MENTIRA Y LA INCONSTANCIA
El famoso dibujo “Sueño de la mentira y la inconstancia” es, para mí, una alegoría de la nobleza: La auténtica, que sueña Goya, y la oficial, representada en las dos mujeres, de cabeza ligera la superior (alas de mariposa, como en Volaverunt) y con el doble rostro, engañador, tan frecuente en los Proverbios.
VOLAVERUNT
Este doble rostro representa a la alta dama y a la plebeya, que así resultan homologadas. No es Goya, dormido, quien sujeta un brazo de la imagen superior, sino una mano de ésta la que trata de arrastrarle. Creo que es un tema similar al del dibujo 87 de los Caprichos, en que Goya aparece preso de unos blasones que tal vez le fueron prometidos, pero que él sabía opresores y perjudiciales.
Es interesante, por último, la imagen del viejo con el cachirulo, cuyas facciones recuerdan las de Goya, absorto en la contemplación de una rana y una serpiente. También me parece ver una simbolización de Goya viejo en los dibujos 77 y 90 de los Caprichos. SALAS, en la edición de Gustavo Gili de los Proverbios, afirma que representa también al pintor su Saturno devorando un hijo.
En esta situación de decadencia patria, en este ambiente de engaño y falsedad, pinta Goya sus Majas, seguramente (BERUETE, GASSIER) hacia 1803. Las debió pintar obedeciendo a un reto. Ya hubo, que sepamos, varios retos profesionales que Goya aceptó. El de Carlos III, cuando le muestra escenas de Teniers para impulsarle a crear cartones para tapices. O el de los frescos de la Florida. En esta nueva ocasión el reto se lo lanzaría Godoy, a quien agradaban los cuadros de desnudos femeninos, mostrándole la Venus del espejo, de Velázquez, que había adquirido a la muerte de la Duquesa de Alba, y, tal vez, la de Tiziano.
LA VENUS DESNUDA DE VELÁZQUEZ Y LA VENUS DE TIZIANO ( DANAE RECIBIENDO LA LLUVIA DE ORO )
¿Sería Goya capaz de pintar una mujer desnuda ante un espejo, utilizando una solución diferente?…
LA MAJA DESNUDA – GOYA
La respuesta de Goya fue la Maja desnuda. Su postura, soportando las manos una cabeza más bien pequeña, acaso pintada aparte, como antaño hiciera en el retrato de Carlos III, con el cuerpo que parece buscar un escorzo más sugerente, se aclara si pensamos que se tratara de una mujer que se está contemplando en un espejo. Un espejo que está fuera de ella, fuera del cuadro. Que era Goya mientras la pintaba y que ahora somos todos cuantos la contemplamos.
RETRATOS DE GOYA
Cabe la posibilidad, sin embargo, de que la solución dada por Goya al problema fuera distinta. El se había ya planteado y solucionado, unos años antes, el problema de la pintura y el espejo con su Autorretrato en el taller. El pintor mira, no hacia el público, sino hacia el espejo de que se vale para copiarse y que se halla fuera del cuadro. En el caso de la Maja bien pudo decidir que fuese el propio cuadro el espejo, que iba a conservar eternamente la imagen de una figura que ya no estaba allí. Ello significaría que las curvas raquídeas de la imagen que contemplamos son opuestas a las del modelo, que el razonamiento cinesiológico que antes hicimos no nos vale y que la propia Duquesa Cayetana de Alba pudo, desde los puntos de vista biomecánico y patomecánico, ser la modelo de que se valió el pintor.
¿ FUE JOSEFA TUDÓ LA MODELO DE LAS MAJAS DE GOYA ? . Las obras ( MAJAS ) habían sido encargadas por el poderoso Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV, para engrosar su colección de arte, lo que animó a Pedro de Madrazo a plantear en 1870 la teoría de que la representaba debía tratarse de la condesa de Castillofiel Pepita Tudó, que no era otra que la amante de Godoy. ( Tomada del artículo de ELENA VIÑAS : «¿ A QUIÉN RETRATÓ GOYA EN LAS MAJAS » ? ) .
La convicción de que la Duquesa no pudo ser la modelo de las Majas de Goya se obtiene mediante el análisis de una serie de datos y de circunstancias que a nosotros nos parecen suficientes. Estamos convencidos de que existió realmente la broma genial del espejo, en cualquiera de las dos posiciones posibles. La idea derivó, sin darnos cuenta, del estudio cinesiológico de la figura que, en situaciones de normalidad pictórica, presenta una situación postural antagónica a la que hubiese presentado la Duquesa Cayetana si hubiera tenido que ser retratada. Sólo nos queda repasar estas otras circunstancias históricas que, por sí solas, rechazan la posibilidad de que la Duquesa hubiese servido de modelo. El razonamiento que intentábamos no nos sirve o, al menos, no nos sirve del todo, pero nos compensa, con creces, del fracaso, el estudio complementario que hemos tenido que hacer de Goya, una de las figuras señeras de la humanidad de todos los tiempos.
En primer lugar cabría reseñar un factor negativo, como es la falta de tradición. En aquella época, poco seria, de nuestra historia, las habladurías se extendían como pólvora, tal como pasó con la leyenda del envenenamiento. Sin embargo, hasta que VIARDOT lo dijo, a nadie se le había ocurrido que la Duquesa de Alba hubiera servido de modelo de las Majas, entre otras razones porque estos cuadros apenas eran conocidos. Es curioso que Goya que, como dice LAFUENTE FERRARI, ha surgido de la nada, “tan inesperadamente como un surtidor en el desierto”, pasase casi por completo desapercibido a sus contemporáneos. TAINE, en su “Filosofía del Arte”, publicada en 1880, no lo cita y el propio GODOY, en sus “Memorias”, incluye su nombre como uno más en las listas de pintores y grabadores de la época. En cambio, un escándalo como el apuntado, por parte de una dama como la Duquesa de Alba, habría sido rápidamente conocido y difundido.
Como contrapunto y prueba de que no existió noticia alguna de las relaciones pintor-Duquesa tenemos el proceso inquisitorial cursado contra Goya en 1814 por pintar “dos Majas o Gitanas” faltando a la moral. Son, sin duda, los cuadros hechos para Godoy y requisados, junto a todas sus propiedades, en 1808. Es una lástima no disponer de datos relativos a este proceso, pero cabe pensar que si hubiera sido de conocimiento general la romántica historia o, al menos, hubiera habido sospechas de ella, las cosas se hubieran llevado de otra forma, aunque no fuera más que en consideración a la reputación y gloria bien cimentadas de la Casa de Alba.
En tercer lugar habría que considerar como prueba de imposibilidad el análisis tanatológico de la Duquesa Cayetana. Desde por lo menos diez años antes de su muerte esta última debió verse muy afectada físicamente, sobre todo después de la muerte de su marido, también a causa de un proceso fímico. La Reina María Luisa, en una de sus deliciosas cartas a Godoy, fechada en Aranjuez el 21 de marzo de 1800, dice textualmente: “La de Alba se despidió esta tarde de nosotros, comió con el Coronel y se fue. Está echa una piltrafa”. Y añade, aludiendo al antiguo enamoramiento de Godoy: “Bien creo no te subsederia aora lo que antes y también creo estas bien arrepentido de ello”. Su cuerpo no podía servir a ningún pintor, ni siquiera a Goya, para sugerir los tonos y la lozanía del cuerpo de la Maja desnuda.
El cuarto dato de importancia nos lo da BERUETE en “Las Majas de Goya”. Algunos autores, como Ramón GOMEZ DE LA SERNA, lo recogen, pero, al no encajar en su sistema, tratan de desproveerlo de la transcendencia que sin duda posee. Dice BERUETE: “Yo lo único que sé de esta Maja, lo único que me merece crédito por ser referencias de personas prestigiosas y de respeto es lo siguiente: El año de 1868 don Luis de Madrazo tuvo un pleito relacionado con la venta de unos cuadros de Goya. El único testigo que podía dar fe en el asunto era el nieto de Goya; era éste un anciano que vivía con modestia, casi pobremente, en el pueblo de Bustarviejo. Don Luis de Madrazo consiguió traer a Madrid a este valioso testigo y el pleito se ganó. El nieto de Goya, el anciano que apareció aquí el año 68, fue en tiempos aquel niño que conocen todos los aficionados al arte… El viejo nieto fue interrogado por Madrazo acerca de detalles y cosas curiosas. Al llegar en la conversación a estas dudas acerca del modelo de la Maja vestida y la Maja desnuda, se reía el buen viejo de que se le hubiera tomado por la duquesa de Alba y entonces contó la historia: en aquellos años, no los precisaba, pero ya se refería a los primeros del siglo XIX, era popular en esta Corte un fraile llamado el padre Bavi. Se dedicaba especialmente a la cristiana misión de ayudar a bien morir. Era hombre pudiente, bondadoso, muy querido de las gentes, conocido de todos y se le distinguía en todas partes por el nombre del Agonizante. Pero tal vez el verse tan a menudo frente a frente de la muerte le encariñaba con la vida y en cierta ocasión tropezó con una muchacha madrileña a la que protegió después durante un tiempo. Goya y el Agonizante eran amigos. Goya conoció a la madrileña y sirviéndose de ella como modelo, hizo dos cuadros: uno en que estaba vestida de Maja y otro en que lucía toda la majestad de su desnudez primaveral. Esto contaba el nieto de Goya el año 1868”.
EL RETRATO DE LA MARQUESA DE SANTA CRUZ
Por último, citaremos en apoyo de nuestra tesis sobre el nacimiento de la idea de pintar las Majas El Retrato de la Marquesa de Santa Cruz, que a BERUETE le recuerda la Venus del espejo de Velázquez. Fue seguramente una variante de un tema que sin duda llegó a apasionar a Goya, aunque aquí no llegó, por respeto, a las audacias que se permitió con las Majas, colocando almohadones de forma que los senos quedaran realzados o buscando esa postura asombrosa que comparamos a la de una mujer coqueta ante un espejo o dando unos tonos a la carne que nadie ha podido imitar.
EUGENIO D´ ORS
Un comentario merece la mirada de las Majas, que, según nos hace notar Eugenio D’ORS, es anodina, vacía, fría, en contraste con otras miradas, como la inigualable de Pepa Bayeu, llenas de calor, de contenido, de vida. De nuevo nos encontramos ante el espíritu crítico de Goya, con su denuncia implacable. Aquellas mujeres eran todo apariencia, coquetería, egoísmo, pero por dentro estaban vacías. Sin duda pintó después la Maja vestida que la desnuda, para dar a la española, a la madrileña, toda su dimensión, acentuando todavía más la liviandad de la cabeza, que aquí ni siquiera necesita las alas de mariposa de los Caprichos para que se ponga de manifiesto su falta de peso. Todo podría haber sido mejor en aquella España entrañable, en aquel Madrid que era a la vez devoción y condena del pintor. Goya intentó que aquello cambiase, mejorando. Ensayó todo, todo lo que él sabía y podía hacer, para lograrlo, pero no lo consiguió.
MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO – » AÚN APRENDO » – GOYA
Goya, en cambio, vio claro su cometido. Se trazó un camino y fue capaz de seguirlo hasta el final de su vida. El dibujo “Aún aprendo” es una clave que nos ayuda a comprenderle. “El solo —dice MENENDEZ PELAYO— sin discípulos ni secuaces, rebelde a todo yugo e imposición doctrinal, insurrecto contumaz contra todo clasicismo y aún contra toda saludable disciplina de la forma,… fue, a un tiempo, el último retoño del genio nacional y la encarnación arrogante del espíritu revolucionario”. Cualquier etapa de su vida encierra contenidos gigantescos. En una sola de sus obras existen claves que jamás llegaremos a descifrar por completo. Me voy a permitir, para finalizar este trabajo, una meditación razonada, aunque ineludiblemente apasionada, sobre lo que pudo ocurrir realmente durante unos pocos años de la vida de Goya. Aquellos en que mantuvo contacto con la Duquesa María del Pilar Teresa Cayetana de Alba.
Al morir Carlos III y advenir Carlos IV en 1788 Goya es nombrado por fin pintor de Cámara, con lo que parece cumplir su gran afán de no pintar más cartones para la fábrica de tapices. Como, a pesar de todo, el Rey le obliga a seguir pintándolos, confecciona una nueva serie de cartones, entre los cuales figura “El pelele”.
EL PELELE / DETALLE – GOYA . A la derecha el rey Carlos IV
No es difícil reconocer en el muñeco las facciones del monarca. En vista de que persiste la real exigencia hacia un cometido que Goya está decidido a abandonar, acepta en 1792 el ofrecimiento de pintar la Santa Cueva de Cádiz y se escapa, sin permiso, a Andalucía, amparándose sobre todo en su gran amistad con Ceán Bermúdez y Sebastián Martínez, pintando retratos de los dos. A finales de año surge la enfermedad (¿meningoencefalitis de origen ótico?) que le produce la primera hemiparesia y va a ser causa de su sordera, lo que le impide concluir su trabajo en la Santa Cueva. Convaleciente, escribe a Palacio, fingiendo hallarse en Madrid, con el fin de poder percibir su asignación. A principios de 1793 (¿febrero?) vuelve a Madrid, alegando, según documentos conservados en la Real Fábrica de Tapices, hallarse “absolutamente imposibilitado de pintar”. Se refiere, por supuesto, a cartones, porque los cuadros que realiza en esta época son abundantes: El general Ricardos, Dª Tadea Arias de Enríquez, la Tirana de la Colección March, D. Félix Colón y, tal vez, la Condesa del Carpio. Estamos ya en 1795 y les llega el turno a los Alba; la Duquesa, mirada dura, de blanco, el Duque con aire melancólico.
LA SANTA CUEVA – CÁDIZ . Abajo LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y LOS PECES / GOYA .
En esta época envía once cuadros a la Academia, entre ellos el Corral de Locos. 1796 es el año designado para inaugurar la Santa Cueva y Goya ha de concluir su encargo. Tal vez su reciente amistad con los Duques de Alba le brinda el pretexto de una invitación para “convalecer” en su finca de Sanlúcar, donde el Duque iba a pasar una temporada.
José Álvarez de Toledo, duque de Alba – The Art Institute of Chicago / Goya ( Arriba ) . Abajo LA DUQUESA
Parte Goya a finales de mayo de 1796, no hacia Sanlúcar, sino a casa de Ceán, en Sevilla, ciudad en la que muere en el mes de junio el Duque de Alba. La Duquesa, al saber la noticia, se traslada a Sanlúcar y es de suponer que Goya fuera a visitarla en muestra de su condolencia. El hecho de que los funerales por el Duque se celebrasen en Madrid los días 4 y 5 de septiembre hace pensar que la estancia de la Duquesa en Sanlúcar fue breve. Regresa, una vez cumplimentados en Madrid sus deberes piadosos, a finales de año, al fin con posibilidades reales de descansar. Permanece en Sanlúcar hasta fines de marzo y como Goya no ha de volver a Madrid hasta febrero o marzo (el 24 de enero está aún en Cádiz y el 1 de abril presenta su dimisión como director de Pintura de la Academia en Madrid), es de suponer que fuera entonces cuando Goya viniese a pasar unos días en el palacio de Sanlúcar para pintar el retrato de la Duquesa, de negro y con anillos.
LA DUQUESA DE ALBA DE NEGRO CON ANILLOS – GOYAMás que intimidades pinta entonces impresiones de lo que ve. Que es, ante todo, la Duquesa de Alba humanizada ante él por primera vez. Este respeto, que la Duquesa viuda supo ganarse, es seguramente la clave que va a inducir más tarde a Goya, en el proyecto de su panteón, a incluir figuras de Majas, tributo final a una gran dama que nunca tuvo espíritu de maja, pero que se esforzaba ante los demás por demostrar que lo tenía. Esta es, seguramente, la mayor grandeza de aquella gentil e infortunada mujer que se llamó María del Pilar Teresa y, para la posteridad, Cayetana, decimotercera Duquesa de Alba.
LAS DUQUESAS DE ALBA . LA ANTEPASADA Y LA ACTUAL .
NINGUNA DE LAS DOS CAYETANAS FUERON LA MODELO DE GOYA PARA SUS MAJAS
Cayetana murió repentinamente en 1802, a los cuarenta años, en su Palacio de Buenavista, víctima de una fiebre.
Godoy llevó a cabo la expropiación de varias de sus propiedades, entre ellos el Palacio de Buenavista, en 1807, cuadros y joyas. Así, un gran número de sus famosas obras pasaron a sus manos, como laVenus del Espejo de Velázquez y La educación de Cupido de Correggio (ambos ahora en la National Gallery de Londres ). Carlos IV hizo lo propio con el Palacio de la Moncloa.
Su último testamento, conservado en el Archivo Ducal de la Casa de Alba, instituía como herederos universales de sus bienes libres a su hermanastro y primo, Carlos Pinateggi de Aragón y Gonzaga , a su niña adoptada, María de la Luz, al hijo del pintor Goya, Javier de Goya y Bayeu y a buena parte de sus criados y sirvientes. Por otro lado, los bienes y títulos que conformaban la Casa de Alba recayeron entonces en la Casa de Liria y Jérica, aunque con alguna excepción, ya que la Casa de Oropesa quedó incorporada en la del Ducado de Uceda, en la figura de Andrés Manuel Alonso Pacheco Téllez – Girón y Toledo , XV Conde de Oropesa, VII Duque de Uceda y VII Marqués de Belmonte .
El 17 de noviembre de1842 , con motivo del traslado de sus restos mortales desde su sepultura original en la capilla de los Alba en la Iglesia del Salvador y San Nicolás al cementerio de la Sacramental de San Isidro, se descubrió que el cuerpo de Cayetana había sido parcialmente mutilado: tenía las piernas serradas y le faltaba un pie. Al parecer, al ser colocada en el ataúd, su altura impedía la correcta postura y tuvieron que serrarle los pies para que cupiese en el féretro.
En 1945, el cadáver de la duquesa fue exhumado por segunda vez y sus restos sometidos a autopsia. Su muerte , fue atribuida a una meningoencefalitis de origen tuberculoso, lo que descartó el presunto envenenamiento por parte de Manuel Godoy siguiendo las instrucciones de la reina María Luisa de Parma.
LA DUQUESA DE ALBA . CAYETANA FITZ – JAMES STUART POSA JUNTO A SU ANTEPASADA . A la derecha posa ejecutando un paso de baile , seguramente una sevillana . FALLECIÓ EN SEVILLA EL 20 – 11 – 2014 .
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1-http://www.robertexto.com/archivo9/antrop_discapac4.htm ANTROPOLOGÍA DE LA DISCAPACIDAD Y DEPENDENCIA . LA ESCOLIOSIS DE LA DUQUESA CAYETANA . EXCELENTE . Comunicación presentada a la II Reunión de la Sociedad Española de Médicos Escritores, celebrada en Mérida en Mayo de 1975. Publicada en Ediciones Roche, 1976.
2-http://www.conturmadrid.es/ESPA/HIST/pagina/HISTDuquesaDeAlba/HISTDuquesaDeAlba.htmMARID HISTÓRICO .La actual Duquesa de Alba presidió en 1945 la exhumación del cadáver de su antepasada
3-http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Teresa_de_Silva_%C3%81lvarez_de_Toledo MARÍA TERESA DE SILVA ÁLVAREZ DE TOLEDO – DUQUESA DE ALBA .
EL ACTUAL DUQUE DE ALBA CON SUS HIJOS .
Con estos nombramientos, Carlos Alba continúa con la tradición de su casa. Desde 1563 el ducado de Huéscar lo ha ostentado el heredero del ducado de Alba, tal y como estableció el Rey Felipe II. Con grandeza de España, Fernando Fitz-James Stuart se convierte en el heredero oficial de su padre y el patrimonio de la familia. Nieto favorito de Cayetana de Alba, tras estudiar Derecho en Gran Bretaña, el joven volvió a España, donde lleva una vida discreta en Madrid. Desde hace dos años mantiene una relación con Sofía Palazuelo.
Carlos Alba también ha querido distinguir a su segundo hijo con otro título. Se trata del condado de Osorno, que desde 1675 está en la casa de Alba y por tradición lo han ostentado los herederos de la casa. Después de ceder estos títulos, Carlos Alba se queda con 4 ducados, 16 marquesados, 15 condados, un vizcondado y un señorío. ( EM : Ahora si : Los hijos del duque de Alba ya son Grandes de España – MARINA PINA / 15 – 2 – 2016 .