MEDINA AL ZAHARA – مدينة الزهراء
LA CIUDAD BRILLANTE
Plano del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra de la Junta de Andalucía
El reciente hallazgo y excavación de una mezquita en la muralla meridional del Conjunto Arqueológico de Madinat Al zahra, en Córdoba, sitúa a los arqueólogos ante un nuevo reto para comprender el entramado socio político y arqueológico de esta ciudad palaciega del siglo X. El interés que el Al-Andalus califal sigue despertando entre nuestros investigadores, arqueólogos y universitarios queda patente en el curso que la Universidad de Córdoba ha impartido bajo el epígrafe: Madinat al-Zahra, Historia y Arqueología de Al-Andalus. En Tesis , buscamos la poesía y el sabor de la época califal en un reportaje que nos acerca a la época y los protagonistas de la ciudad palaciega.
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Madinat al Zahra La Ciudad Brillante
Recepción de embajadores de Bizancio en Medina al Zahara . Obra de Dionisio Baixeras
VISTA AÉREA DE UNA RECONSTRUCCIÓN DE MEDINA AL ZAHARA
La Ciudad – P.alacio de Medina Azahara, a 7 Kms. de Córdoba, fue levantada por orden del califa cordobés Abderrahman III en el siglo X (entre los años 936 y 976) para ser la capital del Califato, residencia real y sede del gobierno con el fin de reflejar el esplendor del califato y todo el lujo, magnificencia y poder del último de los grandes califas cordobeses.
Las obras de Medina Azahara duraron algo más de 25 años. 75 años después estalló la Guerra Civil en Al-Andalus y los saqueos, los enfrentamientos y los incendios destrozaron la ciudad.
Medina Azahara estaba rodeada de una imponente muralla. Está dispuesta en tres terrazas: la superior (la que ha sido totalmente descubierta), la intermedia y la tercera, parte destinada al pueblo, que aún permanece sin excavar.
De todo este hermosísimo complejo de arte islámico palaciego destaca el Palacio de Zahra, y de éste sus dos grandes salones. El primero de ellos, de forma rectangular, está dividido en cinco naves y un gran patio porticado. El segundo conocido como el Salón Rico, se encuentra también dividido en cinco naves precedidas de un pórtico.
La naves de los laterales se convierten en estancias independientes del Salón gracias a las puertas cuyas jambas llevan pilastras de mármol blanco espléndidamente adornadas.
El complejo urbano y residencial fue realizado con arquerías, capiteles, columnatas, muros, pavimentos cubiertos en su inmensa mayor parte por mármol blanco.
Destaca asimismo la extraordinaria decoración geométrica y floral. Se conserva en buenas condiciones el Edificio de Alcobas de la época de Al-Hakan II, así como una extraordinaria red de alcantarillado y aguas, fuentes jardines, paseos en mármol y estancias del ejercito y guardia del califa.
Madinat-al-Zahra, la joya del califa Abderramán III, fué la ciudad más bella del mundo.
Cierto día paseando Abderramán con su gran séquito de cortesanos por el patio de naranjos de la Gran Aljama, vió aparecer una comitiva formada por una larga fila de mulas ricamente enjaezadas, cargadas de innumerables tesoros. Detrás, una docena de eunucos custodiaban a varias cautivas de sorprendente belleza. Todo ello constituía una ofrenda del emir de Granada al califa de Córdoba.
Era Azahara la joven más hermosa de la comitiva. Procedía de Elvira ( Granada ) y el tumulto de la gran ciudad la llenaban de turbación y asombro. Sus ojos eran tan negros que hicieron saltar chispas de fuego en el corazón de Abderramán. Tanto ardor sintió el califa dentro de sí que apartando a la muchedumbre se acercó a ella y le preguntó:
–¿Quién eres, mujer?¿Cómo te llamas?
–Azahara, mi señor
Los cronistas de la época apenas han dejado constancia de su existencia, tan solo nos dicen que habiendo recibido Abderramán III el legado de una gran fortuna, quiso emplear ese dinero en el rescate de prisioneros de guerra, pero tras enviar a sus emisarios a través de las Marcas (León y Navarra) y no encontrar ni un solo prisionero islámico, una muchacha del harem llamada Azahara le inspiró la construcción de una ciudad que llevara su nombre y sirviera para gloria del califato.
El 19 de Diciembre del 936, se pusieron los cimientos de esta gran ciudad palatina. Se dice que en la puerta principal del recinto el califa mandó colocar la efigie de Azahara, la elegida de su corazón.
Tenía la ciudad más de tres mil cuatrocientas columnas, cuyos arcos, de marfil y ébano estaban incrustados de adornos de oro y piedras preciosas. Se llegaron a contar más de quinientas puertas reforzadas con placas de bronce bruñido. Las paredes del Salón del Trono eran de mármoles variados y jaspes transparentes como el cristal, los techos estaban revestidos de mosaicos dorados cubiertas con tejas de oro y plata y del centro de las bóvedas pendían hermosas perlas.
Asimismo hizo construir fuentes y acequias que hacían sonar el agua de treinta y ocho modos diferentes para exaltar o serenar el ánimo y en una dependencia del palacio instaló una enorme jaula llena de pájaros exóticos y un parque zoológico con fieras traídas de África.
– ¿Qué te ocurre, mi amor?, dime lo que te falta y yo lo traeré.
– Ni con todo tu imperio y poder podrías conseguir lo que yo quiero.- respondía.
Para que volviera a sonreír, Abderramán ordenó cubrir de almendros el monte de la Amada, y Sierra Morena se puso blanca de amor como una novia.
… A una esclava que lo rechazó le quemó la cara. Cuando murió, Córdoba tenía casi medio millón de habitantes, cifra sólo superada por Bagdad. Y no vivían hacinados: había 113.000 casas, con 300 baños y 3.000 mezquitas. Además la Universidad cordobesa, muchas de cuyas clases se daban en la Mezquita, era un verdadero centro del saber universal. Allí los viejos textos griegos se traducían al árabe o llegaban las coplas de Bagdad y Damasco para que los estudiosos se asomaran a Platón y Aristóteles. De allí salieron los grandes maestros de las siguientes generaciones: el gramático Ibn Alcutia, el genealogista Abú Alí Jalib o el experto coránico Abu Bakr ibn-Moawia. La gran biblioteca que el príncipe Al Hakem tomó como cosa propia pudo crecer y desarrollarse gracias a los generosos subsidios de Abderraman III. Todas las artes hallaron acogida y todos los artistas, aun los más peligrosos, los del pensamiento o filósofos, fueron protegidos. La monja germana Hroswita, que viajó a Córdoba atraída por su fama, la llamó «Ornamento del Mundo». No lo era sólo espiritual. Puede decirse que el oro de toda Europa se acuñaba en Córdoba. Fue el califato fundado por Abderramán III un régimen militar, pero con un ejército de nuevo cuño, plural de origen, único de mando. Lo mismo la burocracia, que atendió más al mérito que a la cuna. Y el conocimiento, merced a la apertura de escuelas gratuitas, llegó casi a abolir el analfabetismo. Nunca el Islam ha prometido tanto. Claro que nunca había habido un califa tan al Occidente.
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El palacio califal de Medina Azahara (Córdoba)
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Conjunto arqueológico Medina Azahara, Córdoba
ABDERRAMÁN III . PRIMER CALIFA DE CÓRDOBA
Abderramán III no era un árabe típico, pues su piel era clara, sus ojos azules oscuros y su cabello rubio tirando a pelirrojo que intentaba ocultar usando tintes de alheña para ennegrecerlo.
De corta estatura y complexión fuerte, tenía un aspecto atractivo, señorial y majestuoso que destacaba, sobre todo, cuando iba a lomos de su caballo, a pesar de que los estribos no bajaban un palmo de la silla debido a la reducida longitud de sus piernas, sin embargo, cuando iba a pie resultaba bajo para la talla media de los de su raza.
¿ CÚAL PUDO SER EL RETRATO ROBOT DE ABDERRAMÁN III ? .
Abderramán es un hombre robusto, cuyos rasgos maduros y adultos reflejan que ya ha pasado la mitad de la treintena aunque gozando de muy buena salud y alimentación. La envergadura de sus hombros y la profundidad de su verde mirada le confieren un porte aristocrático inconfundible. Su tez morena destaca con la exquisitez de las prendas que suele lucir. Su aire majestuoso termina de completarse con su barba … Es un hombre meditabundo y taciturno, su silencio en ocasiones dice mucho más que sus palabras. Su educación y sus viajes le han convertido en un hombre muy cosmopolita, con ansia por ver y por aprender. Es bastante más abierto de mente de lo que pudiera parecer por su condición de líder, aunque es un hombre completamente leal a su causa. Es un hombre erudito y culto, cuyos conocimientos abarcan la historia, las lenguas, la política, las leyes y todo tipo de cultura. También se deja ver su experiencia con la guerra a través de la ferocidad con la que debate y la tenacidad de sus ambiciones, más propias de un general que de un rey.
Desde joven demostró poseer la constancia y astucia propia de los Omeya, junto al valor personal y acertado sentido de la realidad que, sin duda, le venía de su ascendencia vascona. Poseía además de una inteligencia ágil, aguda perspicacia y un carácter cortés y benevolente, una elocuencia oratoria poco común, así como excelentes dotes para la composición poética.
Criado muy cerca de su abuelo que, probablemente, acuciado por problemas de conciencia por la muerte de su padre, le tomó un especial aprecio y no ocultó a los ojos de los demás, pronto aquel niño fue el nieto preferido del Emir, al que llegada su adolescencia y mediante gestos tales como el que en alguna fiesta le hiciera sentar en el trono mientras él ocupaba un estrado a su lado, o que a la vista de todos se quitase su anillo para ponerlo en el dedo del nieto, destinó a que fuera su sucesor.
El joven Abd al-Rahman, que siempre vivió en la corte cordobesa, situación que no gozaron los propios hijos de su abuelo, tuvo una esmerada educación que asimiló con soltura dada sus ya comentadas cualidades personales y su indudable inclinación al conocimiento de las materias que entonces se consideraban imprescindibles en la formación de un hombre, que como él, estaba llamado a ocupar el más alto puesto en la sociedad en la que había nacido.
Sucedió a su abuelo, a la edad de veinte años. Heredando un Emirato más nominal que real ya que a lo largo y ancho de Al-Andalus la desunión de los señores locales que controlaban las ciudades reducían el control efectivo del Emir a los territorios aledaños de Córdoba.
Durante los primeros años de su gobierno, Abderramán III se dedicó a sofocar todas las rebeldías y a unificar los territorios andalusíes bajo su mando. Quizás sus más importantes logros fueron la sumisión de Toledo y la derrota de Omar al Hafsún, señor de gran parte de la Andalucía Oriental. Así formó un autentico Califato.
Una vez asentado su reino y su poder, quizá como desquite a la austeridad de la juventud junto a su tía, relajó sus costumbres. Entregado al vino y los placeres, su crueldad y prepotencia se acrecentaron, haciéndole protagonista de sucesos deleznables…
Bajo su mandato, la ciudad de Córdoba alcanzó el millón de habitantes, disponía de mil seiscientas mezquitas, trescientas mil viviendas, ochenta mil tiendas, innumerables baños públicos, setenta bibliotecas, una universidad, una escuela de Medicina y otra de traductores.
Amplió la Mezquita –Aljama incluida la reconstrucción del alminar y ordeno edificar la ciudad palatina más bella del mundo… Madinat Al Zahra .
Su gestión había recaído ya en Alhakem II, su hijo y de la esclava cristiana Maryam , una de sus esposas, elegida entre las más de 6.000 de su harén.
Cuentan que por alguna de ellas, sintió tal ardor que «abandonaba la batalla para correr a sus brazos».
Así sucedió con la primera, Fátima al-Qurasiyya, hija de su tío abuelo el Emir al-Mundir… La cual, debido a su rango llevaba el título de al-Sayyida al-Kubra, «la Gran Señora».
Hasta una noche en que la solicitó y Maryam le compró la visita a las estancias… Apareció bajo los velos, procurándole tal agrado al Califa, que cuando descubrió el engaño en lugar de castigarla, la convirtió en su favorita.
Hasta que llegó Mustaq, que fue la favorita del Califa en los últimos años de su vida y le dio el último de sus hijos, al-Mughira.
Apasionado por el lujo y la pompa, fue censurado públicamente por el Cadí porque dejó de cumplir sus deberes religiosos en la Mezquita Aljama tres viernes seguidos cuando dirigía con entusiasmo las obras del «Gran Salón del Califato» en Medina Azahara, cuyos muros quiso revestir de oro y plata.
Cuentan que para alimentar a toda la gente que vivía en el Alcázar se necesitaban trece mil libras de carne diarias, además de aves, pescados, cereales, hortalizas, frutas, etc…
Que llegaban a palacio en hileras de animales de carga que medían varios kilómetros.
El harén del Califa llegó a albergar seis mil trescientas mujeres y se calcula que el número de intelectuales protegidos por el Califa estuvo entre tres mil y ocho mil.
Se cuenta de él la siguiente anécdota:
Unos embajadores francos llegaron a la corte de Córdoba a fin de lograr una alianza con el Califa. Son citados al día siguiente para visitar a Abd al-Rahmán en el palacio de Madinat al-Zahra.
Al salir el sol los francos son conducidos a la puerta de Córdoba, donde arranca la carretera de cinco kilómetros hasta Madinat al-Zhara, ven como una alfombra de tapices cubre toda la distancia; a ambos lados, hombro con hombro, quince mil bereberes escogidos, con sus alfanjes extendidos sobre sus cabezas, tienden una bóveda de espadas, bajo la que caminan los atemorizados franceses.
Cada cien metros aparecen chambelanes ricamente vestidos, sentados en sillones de oro y plata. Los francos se postran ante ellos, creyendo estar ante el Califa, pero los chambelanes les decían: «Seguid, yo sólo soy un humilde esclavo de mi señor».
Después de dos horas de recorrido, llegaron a un salón con suelo de tierra y sin ninguna decoración, en el cual había un hombre sentado en el suelo, vestido con un traje raído, mirando distraídamente a un alfange, una hoguera y un ejemplar del Corán que tenía frente a sí.
A los francos les dijeron al oído: «Ése sí que es el Califa», y rápidamente se postraron ante él. Abderramán levantó la cabeza y, antes de que ellos dijeran nada, les habló secamente: «Cuando vosotros permitáis en vuestro reino esto (señaló el Corán) como yo permito en el mío vuestros libros santos, yo enterraré mi espada (dijo mientras la enterraba en la arena) y alimentaré todos los días la hoguera de la amistad (echó un leño al fuego)». Les mandó salir sin dejarles hablar… ¡ Jamás volvieron !.
Si la anécdota es cierta, lo del traje harapiento fue sin duda una broma del Califa, pues tenía el Monopolio del Estado para la Fabricación de Trajes Suntuosos, y debía de ser el hombre más ricamente vestido durante siglos.
Pero Abderramán era impulsivo y cuando tenía un capricho no le importaba pisotear los derechos de sus súbditos:
Una vez, quiso comprar un terreno para una de sus favoritas, paseando le gustó la casa que habían heredado unos niños huérfanos, que como tales estaban bajo la tutoría del Cadí.
Abderramán ordenó al albacea que se la valorase a la baja.
Cuando se enteró el Cadí, contestó al Califa que la venta de los bienes de los huérfanos sólo era posible por tres motivos:
Por necesidad, por ruina grave o para obtener un beneficio para los niños.
Como ninguna de estas tres condiciones se cumplían y conociendo como conocía al Califa, ordenó derribar la casa y obtuvo por el material de derribo más de lo que ofrecía el Omeya.
Era famoso por su crueldad, ya que podía ser sanguinario más allá de todo límite. Quiso ver con sus propios ojos la muerte de su hijo sublevado Abd Allah, y lo mandó ejecutar en el salón del trono, en presencia de todos los dignatarios de la corte, para escarmiento general.
Según Ibn Hayyan (Historiador Omeya) , llegó a hacer colgar a los hijos de unos negros en la noria de su palacio como si fueran arcaduces hasta que murieron ahogados.
Cuentan algunos escritos de la época que el Califa utilizaba los leones que le habían regalado unos nobles africanos para castigar con más saña a los condenados a muerte.
Y esa crueldad no solo se quedaba en la batalla o para escarmiento… Su brutalidad con las mujeres del harén era notoria…
Estando borracho un día, a solas con una de sus favoritas de extraordinaria hermosura en los jardines de Medina Azahara, quiso besarla y morderla, pero ella se mostró esquiva e hizo un mal gesto, el Califa montó en cólera y mandó llamar a los eunucos para que la sujetaran y quemaran la cara, de modo que perdiera su belleza.
Durante sus últimos años Abd al-Rahman permaneció recluido en su ciudad dorada de Madinat al-Zahra, en su estancia favorita, aquella con el suelo cubierto de arena en que tuvo lugar la novelesca audiencia a la embajada franca… Allí permanecía la mayor parte del día y sólo un contado número de personas tenían libre acceso.
Entre los escasos privilegiados estaba Hasday Ibn Saprut, su médico personal, quizá el único hombre que jamás le tuvo miedo, posiblemente porque conocía su más profundo y bien guardado secreto: El obsesivo terror que sentía a morir envenenado a causa de la mordedura de una serpiente…
Algo que quedó grabado en sus ojos y su mente desde los años de su infancia, cuando mientras jugaba en los jardines del Alcázar de su abuelo, uno de sus hermanos resultó mordido por una víbora, muriendo poco después, entre estremecedores llantos, a la vista de él y de los otros niños que les acompañaban en sus juegos.
En la primavera de 961, el frío de la sierra cordobesa en Madinat al-Zahra hizo enfermar al Califa… Se temió que fuera una pulmonía, pero una vez más Hasday consiguió una curación sorprendente, no obstante, el médico sabía que aquella mejoría del malgastado organismo del Califa no sería muy prolongada, pero llegó el verano y con el buen tiempo el régimen de vida y audiencias de Abd al-Rahman volvieron a su ritmo normal.
Sin embargo, con el retorno de los frescos otoñales la salud de anciano monarca empeoró nuevamente y en esta ocasión el judío sabía que, ni su depurada ciencia podía hacer nada por él.
Así, un martes de octubre del año 961, tras cincuenta años en el poder y a los setenta de edad, dejando en el mundo once hijos, dieciséis hijas, la ciudad más hermosa y rica del mundo y la primera Facultad de Medicina que existió en Europa, Abd al-Rahman III murió pasando con todo merecimiento a figurar en las inmortales páginas de la Historia.
Recreación fotográfica de Abderramán III
Sin embargo Abderramán III , no fue feliz y así lo proclamó en una ocasión : «He reinado más de cincuenta años, en victoria o paz (…). En esta situación, he anotado diligentemente los días de pura y auténtica felicidad que he disfrutado: suman catorce«.
Sufrió durante los últimos meses de su reinado una enfermdad llamada Melancolía Involutiva . Los cronistas de la época refieren como era incapaz de hablar sin llorar , en estas circunstancias personales de salud mental , era difícil hacer un balance ecuánime de su vida .
La Melancolía Involutiva o depresión involutiva , presenta una edad de inicio por encima de los 50 años, cursa con ansiedad, aumento de la actividad psicomotora, ideación de culpa, ideas delirantes (hipocondríaca, nihilista, de ruina y calamidad inminente) y elementos paranoides. Se han descrito evoluciones hacia la cronificación.
Dreyfus había desafiado del concepto del origen adquirido de Kraepelin, manteniendo su origen endógeno , aunque un reciente estudio estadístico de la serie anterior de Dreyfus también ha demostrado que su conclusión de que la historia natural de la melancolía involutiva no era diferente de la de la depresión que afecta a individuos más jóvenes . Kirby lo describió como un síndrome característico, al igual que Hoch y MacCurdy en 1922 – Titley describe la personalidad premórbida y estrecha la gama de intereses, etc, Kallman encontró mayor incidencia de esquizofrenia en los familiares de estos pacientes.
El debate acerca de la causalidad – endógena o ambientales – como entidad clínica , se prolongó hasta finales del siglo XX. Algunos sostienen que mientras que la melancolía involutiva se conceptualizó con un escrutinio cuidadoso dándole un lugar como trastorno constitucional, estas ideas no se han mantenido. RP Brown en 1984 sostuvo que no hay pruebas suficientes para ver la Melancolía Involutiva como entidad clínica independiente, pero, al mismo tiempo que las características clínicas de los pacientes con depresión endógena unipolar se puede ver afectada por la edad.
Desde el punto de vista psicoanalítico parace que este cuadro depresivo se suele dar en personas de caracter compulsivo y especialmente rígido .
La Melancolía involutiva es de curso crónico, con agitación, despersonalización y delirios de cambios corporales y de culpa , pero sin rasgos maníacos. También se consideran síntomas al miedo , así como al abatimiento y delirios hipocondríacos. La aparición tardía de la enfermedad es pareja a su curso prolongado , con mal pronóstico por el deterioro, en ausencia de tratamiento.
Se trata clásicamente con antidepresivos , con la finalidad de elevar el esado de ánimo , tambien ha dado resultado la terapia electroconvulsiva , acortando estancias hospitalarias .
Es válido desde el sentir médico y el propio sentido común los esmerados cuidados del enfermo , con adecuada alimentación , hidratación y nutrición , así como el necesario descanso en ambiente tranquilo y en un medio ambiente sano y fomentar la dedicación a una ocupación absorbente que evite o disminuye el recuerdo y el pensamiento negativo .
La Dinastía Omeya cordobesa duró , con algunos espacios de tiempo regentados por otras familias , desde su primer Emir , Abderramán I en el año 756 a.C. , hasta el año 1031 a. C. en que fue abolido , produciéndose su fragmentación en los diferentes reinos de Taifas , su último califa fue Hisham III , hermano de Abderramán IV , puesto en el trono por los cordobeses amotinados . en ese mismo año , un nuevo motín en la capital , hace que finalice el Califato cordobés y surja la Taifa de Córdoba , que desaparecería en 1070 a. C. al ser conquistada por Al -Mutamid ( Muhammad ibn ‘Abbad al-Mu‘tamid ) de la Taifa de Sevilla .
Representacines de un Harem . Concubinas y lugar en el que estas residían , custodiadas y atendidas por eunucos ( castrados )
Abderramán vivió 70 años y reinó 49. Para complacer a su favorita Zahra fundó una ciudad de fastuosa belleza al lado de Córdoba, Medinat al-Zahra. Pero el lado salvaje de Abderramán III también es inolvidable… Pero Abderramán III, a pesar de tener todo Al – Andalus en sus manos no fue muy feliz y cuenta la historia que tenía una especie de diario en el que hacía constar los días felices y placenteros marcando el día, mes y año. De los 70 años que vivió, de ellos 50 reinando, tan sólo quedaron reflejados en ese diario catorce días felices.
PIXIDE DEL PRÍNCIPE AL – MUGHIRA . Museo del Louvre ( París ) . Recipiente de madera de boj, a partir de pyxos, árbol de boj . Se utilizaba para guardar cosméticos (afeites, pomadas) o adornos (joyas, abalorios ) . También llamdo Bote de Almoguira es una urna de marfil de elefante datada del año 968, que perteneció al príncipe al-Mughira, hijo del califa omeya de al-Ándalus, Abderramán III. Detalle ( derecha ) .
Sólo con el califato instaurado por Abderramán III en 929, después de derrotar a los cristianos acaudillados por el cristiano Omar/Samuel ibn Hafsún en Bobastro, Córdoba pudo controlar su territorio y población, pero únicamente hasta unos años después de la muerte de Almanzor (1002).
PARA FINALIZAR , QUIERO DEJAR TEXTUALMENTE UNA CURIOSA E INTERESANTE REFLEXIÓN QUE DESMITIFICA LA APORTACIÓN ÁRABE A ESPAÑA , INTENTANDO UNA VEZ MÁS , DEJAR LAS COSAS EN SU JUSTO LUGAR , NO DESCONOCIENDO LA IMPORTANTE HUELLA CULTURAL QUE HAN DEJADO EN LA PENÍNSULA LOS ÁRABES QUE PERMENAECIERON EN ELLA CASI 800 AÑOS ( OMEYAS , ALMOHADES , NAZARÍS…) :
¿Cultura superior? ¿Y eran estos invasores superiores a los españoles? Parte del mito sobre al-Andalus asegura que los árabes trajeron a España esplendores culturales y económicos, cuando no habían superado el estado tribal y su cultura estaba en deuda con los países conquistados (Fanjul).Por ejemplo es un tópico decir que los árabes introdujeron técnicas de cultivo y regadío, cuando provenían del desierto; esas técnicas ya existían en España. El arco de herradura lo emplearon los godos (quizás lo tomaron de los romanos, pero no se sabe) y los árabes lo copiaron, aunque los admiradores de éstos se lo han atribuido. Respecto a la arquitectura, sólo se tiene noticia de la construcción de tres mezquitas en al-Andalus, hasta que en 786 Abderramán I ordenó la confiscación (enmascarada de compra, como la cesión voluntaria por Artobás de cien de sus fincas) de parte de la basílica de San Vicente de Córdoba para levantar una mezquita aljama, para lo que empleó materiales romanos y godos robados. Sólo empieza a notarse una nueva fase cultural, claramente oriental, ya bien entrado el siglo IX.Esta organización tribal tiene otro tipo de consecuencias, y es la inestabilidad política. Las sociedades tribales que no evolucionan hacia modelos de relaciones públicas no basadas en la lealtad a un patriarca, dueño de la vida de sus descendientes, suelen colapsar, que es lo que ocurrió en al-Andalus. ( 8 ) .
1.-http://www.arteguias.com/palacio/palaciomedinaazahara.htmPALACIO DE MEDINA ZAHARA . ARTEGUIAS
2.-http://aprendiendopatrimonioculturalentijola.blogspot.com/2017/03/medina-azahara.html . MEDINA AL ZAHARA – ANA LAURA Y FERNANDO .
3-http://www.segundarepublica.com/index.php?id=69&opcion=2 ABDERRAMÁN III UN CALIFA EN OCCIDENTE – EL MUNDO / 1999 .
4-http://www.revistahospitalarias.org/info_2009/01_195_07.htm TRASTORNOS AFECTIVOS Y SÍNTOMAS PSICÓTICOS EN EL ANCIANO / Mikel Urretavizcaya Sarachaga y Luisa Benlloch Ortiz .
5-http://docsetools.com/articulos-de-todos-los-temas/article_36315.html . LA MELANCOLÍA INVOLUTIVA .
6-http://es.wikipedia.org/wiki/Califato_de_C%C3%B3rdoba CALIFATO DE CÓRDOBA .
7–http://mezquitacordobesa.blogspot.com.es/2013/06/azahara-y-abderraman-iii.html AZAHARA Y ABDERRAMÁN III / AL – ANDALUS . VIDA COTIDIANA : MUSULMANES Y CRISTIANOS .