WALLADA POESÍA DE AL – ANDALUS .
Wallada bint al Mustafki – ولادة بنت المستكفي
1001 – 1091
La poesía hispanoárabe en la época de taifas se desarrolló en el siglo XI en los distintos reinos independientes que se formaron a la caída del califato de Córdoba. Fue la época de máximo esplendor cultural y literario de al-Ándalus y en el terreno poético se produjeron innovaciones autóctonas que llevarían a la creación del zéjel ( Composición poética de la métrica popular hispanoárabe, propagada también a la poesía castellana; está formada por uno o dos versos iniciales que componen el estribillo y un número variable de estrofas; cada estrofa está formada por tres versos monorrimos seguidos de un último verso, la vuelta, que rima con el estribillo. Puede estar escrito en árabe vulgar o romance ) y la moaxaja ( poma escrito en árabe que termina con una estrofa en mozárabe llamada jarcha , característica de las moaxajas es la relación que mantienen con la poesía popular), géneros típicamente hispanos de la poesía árabe, que influyeron notablemente en la lírica de tradición oral en lenguas románicas.
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Wallada Et Ibn Zaydun – Eduardo Paniagua Et El Arabi Sergheni Ensemble
En memoria de un amigo ( Jesús / » Abderramán «) Q.E.P.D .
Está claro que no. Y si resulta que esa mujer, además de inteligente y hermosa, es la más afamada poetisa de Al-Andalus del siglo XI, entonces el asunto es verdaderamente letal.
Y si no que se lo pregunten al también poeta Ibn-Zaydun, quien tuvo la dicha de disfrutar del amor de esa mujer, pero también tuvo la desgracia de sufrir su ira.
La mujer de la que hablo se llamaba Wallada y fue una mujer increíble y totalmente atípica para su tiempo. Rubia, de ojos azules y bien proporcionada, su belleza no tenía parangón como tampoco su genio poético. Habilidad esta de la que le gustaba hacer gala hasta en sus vestiduras, ya que bordaba en sus trajes los versos que componía. Así , por ejemplo, en un hombro llevaba escrito:
«Soy capaz de las cosas más grandes y sigo orgullosamente mi camino «.
Y en el otro anunciaba:
«Regalo los hoyuelos de mis mejillas al que me ame y doy un beso al que lo desee «.
Se podría decir que el romance entre los dos grandes poetas, Ibn-Zaydum y Wallada, fue un amor a primera vista, o mejor dicho, un amor al primer verso, ya que se conocieron en una de los habituales duelos poéticos, tan de moda en la Córdoba de entonces .
Los concursos eran una especie de batalla de versos donde uno comenzaba con una estrofa inventada y el otro debía responder con otra estrofa en rima. (Algo así como la batalla de Gallos de Hip Hop, pero a lo medieval). Wallada era la única mujer que se atrevía a acudir a estos retos y además lo hacía con la cara descubierta, por lo que era conocida como Wallada La Perversa .
En uno de estos enfrentamientos surgió el amor entre ellos y el romance que vivieron fue de los más apasionados y también escandalosos de entonces. Pero he aquí que Wallada descubre que su querido le ha sido infiel, y además con una esclava negra propiedad de la poetisa. ¿Para que quieres más? Wallada en un principio se lamenta:
Si hubieses sido justo en el amor que hay entre nosotros,
no amarías, ni hubieses preferido, a una esclava mía.
[…]
Sabes que soy la luna de los cielos,
pero has elegido,para mi desgracia, un sombrío planeta.
Pero después de los lamentos pasó a la acción usando su mejor arma, los versos. Comienza acusándolo de tener amantes masculinos y le pone el mote de “El Hexagonal”, por los seis lados que conforman su persona:
“Es sodomita activo y pasivo, rufián, cornudo, ladrón y ennuco.”
Y remata:
“Si hubiera visto falo en las palmeras sería pájaro carpintero”
No contenta con extender perlas como estas por toda Córdoba, Wallada se hace amante del visir, quien casualmente es rival político y enemigo personal de Ibn-Zaydum. El poeta cae en desgracia, pierde todas sus posesiones y acaba en la cárcel donde escribirá sus mejores versos.
Cuando de nuevo fue libre, Ibn-Zaydum trató de recuperar a Wallada…
«Al perderte, mis días han cambiado y se han tornado negros, cuando contigo hasta mis noches eran blancas «.
Pero de nada sirvió, Wallada no le perdonó nunca y la poetisa murió octogenaria bajo la protección del visir de quien se hizo amante. Ibn-Zaydum también logró rehacer su vida y cuando murió era un hombre rico y poderoso.
WALLADA BINT AL MUSTAKFI o WALADA ALMOSTACFI
WALADA ALMOSTACFI también conocida simplemente con el nombre de WALLADA, nació en Córdoba en el año 994. Fue hija del califa Omeya Muhammad Mustafkí. Fue famosa por su gran talento poético y fue la más célebre de las escritoras andalusíes, pero de igual modo mujer de una belleza apabullante: hermosa figura, tez blanca, ojos azules, pelirroja… el ideal de la época. Tras la muerte de su padre, al no tener descendencia masculina, Wallada heredó todos sus bienes, con apenas 17 años, prescindiendo de toda tutela masculina, abrió palacio y salón literario en Córdoba, donde ofrecía instrucción en la poesía y el canto a hijas de familias poderosas y acaso instruía a esclavas en la poesía, el canto y las artes del amor. Al cabo ella era hija de Amin Am, una esclava cristiana enviada a cultivarse a Medina, y su nodriza y maestra fue la esclava negra Safia. Entre sus alumnas destacó Muhya Bint Al Tayyani, una joven de condición muy humilde (hija de un vendedor de higos) a la que acogió en su casa y que terminó denigrándola en crueles sátiras. Su posición privilegiada en lo social le da un carácter excepcional, aunque la personalidad de Wallada, sensible y refinada, hubiese destacado de todos modos, ya que Wallada era la mujer más culta, famosa y escandalosa de Córdoba. Se paseaba sin velo por la calle y, a la moda de los harenes de Bagdad, lleva versos suyos bordados en la orla de su vestido o en túnicas transparentes. La leyenda dice que en el lado izquierdo rezaba:
«Estoy hecha, por Dios, para la gloria,
y camino, orgullosa, por mi propio camino.»
y en el derecho:
«Doy gustosa a mi amante mi mejilla
y doy mis besos para quien los quiera».
IBN ZAYDUN Y LA PRINCESA WALLADA
Apenas se conservan nueve poemas suyos, de los cuales cinco son satíricos, se ha visto rodeada de una cierta fama de atrevida y mordaz. Además algunas alusiones un poco subidas de tono, en sus versos, seguramente unidas a las represalias de sus enemigos, motivaron que pasara a la historia como inmoral y libertina, a lo cual contribuye el hecho de que no se casó nunca, y se le conocieron varios amantes.
A los 20 años conoció al hombre que marcó para siempre su vida. Fue en una noche de fiesta poética, jugando a completarse poemas según la costumbre cordobesa de entonces. Su historia de amor y desamor con Ibn Zaydum (noble de excelente posición, con gran influencia política y el intelectual más elegante y atractivo del momento) se convirtió en una leyenda. Fue el choque de dos vanidades literarias, en la que ella tomó la iniciativa Tras unos amores estrepitosos, apasionados, públicos y versificados, pronto se rompió el idilio. De esta relación nacieron varios de los poemas que se conservan de ella. Poemas que tuvieron la misión de ser cartas entre los amantes, dos expresan los celos, la añoranza y los deseos de encontrarse; otro, la decepción, el dolor y el reproche; cinco son duras sátiras contra su amante, al que reprocha entre otras cosas tener amantes masculinos, y el último alude a su libertad e independencia. Cuando rompió su relación con Ibn Zaydum, se hizo amante del hombre fuerte de Córdoba, el visir Ibn Abdus, rival político y enemigo personal de Ibn Zaydun, al que privó de sus bienes y acabó metiendo en la cárcel. En esa época de cautiverio físico y amoroso escribió Ibn Zaydun sus poemas más famosos. Pero Wallada no quiso volver a verlo. Eso es lo que creó realmente la leyenda. Ibn Zaydun, tras recobrar la libertad, recorría de noche los palacios arruinados de Medina Al Zahara, símbolos de una pasión destruida. Cuenta la leyenda que toda Córdoba lo vio errante y ojeroso, enfermo de amor, y supo de sus poemas sumisos, implorando el perdón que nunca le fue concedido. Arruinada en su fortuna y su crédito, Wallada recorrió la España de los reinos de Taifa, quizá también la cristiana, exhibiendo su talento y acaso otorgando sus favores, pero siempre volvió a Ibn Abdús, en cuyo palacio acabó viviendo aunque sin casarse con él y bajo cuya protección le sobrevivió, siempre altiva y hermosa, hasta cumplidos los 80 años. Muere el 26 de marzo de 1091, día en que los almorávides entran en Córdoba.
Cuando caiga la tarde,
espera mi visita,
pues veo que la noche es
quien mejor encubre los secretos;
siento un amor por ti,
que si los astros lo sintiesen
no brillaría el sol,
ni la luna saldría y las estrellas
no emprenderían su viaje nocturno.
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HISTORIA DE POESIA Y AMOR EN EL-ANDALUS
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Wallada & Ibn Zaydun – Eduardo Paniagua & El-Arabi Ensemble
Hija del califa Mustafkí, fue la más célebre de las poetisas de Al Andalus. En 1025 abrió palacio y salón literario en Córdoba. Su historia de amor y desamor con Ben Zaydun se convirtió en una leyenda.
Entre las figuras intelectuales, políticas y mundanas en el brillante naufragio del Islam español durante el siglo XI, la más llamativa es la princesa Wallada, de la familia real de los Omeya, cuyo padre fue uno de los muchos califas que durante la fitna o Guerra Civil llegaron al trono cordobés mediante el asesinato y a puñaladas también lo abandonaron. Abderramán Obaidallah al Mustafkí, padre de la más célebre de las poetisas de Al Andalus, mató en 1023 a Abderramán al Mustazhir, el fugacísimo califa elegido asambleariamente en la Mezquita de Córdoba, que hizo ministros al gran Ben Hazm y su amigo Ben Suhayd pero cuyo reinado sólo duró siete semanas. Dos años después, el asesino fue asesinado en Uclés. Hay cierto consenso en considerar a Mustafkí como uno de los tipos más viles de cuantos poblaron el caos entre Almanzor y los almorávides.
La ajetreada, tumultuosa y libérrima peripecia vital de Wallada ha llevado a muchos a pensar que las mujeres de Al Andalus, por supervivencia de las costumbres cristiano-visigóticas o por cierto matriarcalismo beréber, disfrutaron de una libertad que no tienen las mujeres en ninguna sociedad islámica. Las estudiosas más modernas, como Rubiera Mata, apuntan que en la sociedad andalusí sólo hay dos grupos a los que se permiten imprecisas y amplias libertades: las solteras o viudas ricas y las prostitutas. Sólo había libertad sin honor o sin marido. Lo denunció el propio Averroes (Ibn Rushd): «Nuestro estado social no deja ver lo que de sí pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y amamantar a los hijos y ese estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aquí por qué no se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales».
Sin embargo, dos costumbres palaciegas de buen tono, la poesía y la caligrafía, alumbraron poetisas andalusíes. La primera, en el siglo VIII, fue Hassana at´ Tamimiyya. Pero es en el siglo XI cuando surgen mujeres de buena posición dedicadas a las letras, como la cordobesa Aisa bint Ahmed Ibn Qadim, o la piadosa -única que peregrinó a La Meca- Maryam bint Abu Yaqub Al-Ansari, de Silves. La mejor, por el número de poemas conservados y por su trágica historia de amor con Abu Yafar ben Said, es la granadina Hafsa bint ar´Rakkunniyya. También granadinas fueron la sutil Umm al-Hanna y la descarada Nazun bint al-Qalai. De Guadalajara, Umm al´Ala. Y dos princesas: la sevillana Butayna hija de Mutamid, y la almeriense Umm al-Qiram, de Summadih. Pero Wallada las ha eclipsado a todas.
Pintura de Louis Emile Pinel De Grandchamp
Tras la muerte de su padre, con apenas 17 años y gracias a los fondos que Mustafkí supo guardar, Wallada abrió palacio y salón literario en Córdoba, donde ofrecía instrucción a hijas de familias poderosas y acaso instruía a esclavas en la poesía, el canto y las artes del amor. Al cabo ella era hija de Amin´am, una esclava cristiana enviada a cultivarse a Medina, y su nodriza y maestra fue la esclava negra Safia. Cuando tenía unos 20 años conoció al hombre que marcó para siempre su vida. Es un encuentro de famosos, buscado por ella. Ben Zaydun es un noble de excelente posición, con gran influencia política y sin duda el intelectual más elegante y atractivo del momento. Pero Wallada es la mujer más culta, famosa y escandalosa de Córdoba. Se pasea sin velo por la calle y, a la moda de los harenes de Bagdad, lleva versos suyos bordados en la orla de su vestido o en túnicas transparentes. Los del lado izquierdo dicen: «Por Alá, que merezco cualquier grandeza/ y sigo con orgullo mi camino»; los del derecho: «Doy gustosa a mi amante mi mejilla/ y doy mis besos para quien los quiera». Es una belleza apabullante: hermosa figura, tez blanca, ojos azules, rubia-pelirroja… el ideal de la época.
Wallada era una mujer acostumbrada a mandar, en la calle, en la casa y en la cama. Se enamoró de Ben Zaydun en una noche de fiesta poética, jugando a completarse poemas según la costumbre cordobesa de entonces. Fue el choque de dos vanidades literarias, en la que ella tomó la iniciativa. Pero tras unos amores estrepitosos, apasionados, públicos y versificados, pronto se rompió el idilio.
¿Cuál fue la razón? Wallada escribe: «Sabes que soy la luna de los cielos/ mas, para mi desgracia, has preferido a un oscuro planeta». ¿Una amante negra, esclava de la propia Wallada? La traición con un amante negro es una convención de la poesía islámica. No debe tomarse literalmente. La tradición no la niega Ben Zaydun, pero ¿con quién? Es posible que fuera con la propia mujer fatal de Wallada, la mujer Munya, a la que nuestra princesa encontró en la calle y a la que, fascinada por su belleza, compró, educó, convirtió en poetisa desvergonzada y que finalmente la abandonó. Es más probable que Wallada sorprendiera a Ben Zaydun con un amante masculino, porque eso le reprocha luego ferozmente en sus sátiras: «Si (Ben Zaydun) hubiera visto falo en las palmeras/ sería pájaro carpintero». En fin, lo cierto es que Wallada no la perdonó nunca. Se hizo amante del hombre fuerte de Córdoba, el visir Ben Abdús, rival político y enemigo personal de Ben Zaydun, al que privó de sus bienes y acabó metiendo en la cárcel. En esa época de cautiverio físico y amoroso escribió Ben Zaydun sus poemas más famosos. Pero Wallada no quiso volver a verlo. Eso es lo que creó realmente la leyenda. Ben Zaydun, tras recobrar la libertad, recorría de noche los palacios arruinados de Medina al-Zahara, símbolos de una pasión destuida. Toda Córdoba lo vio errante y ojeroso, enfermo de amor, y supo de sus poemas sumisos, implorando el perdón que nunca le fue concedido. Algunos creen que Ben Zaydun utilizó la forma de amor udrí, precedente del amor cortés occidental, para expresar su pasión. Otros, como Nykl, piensan que su relación con Wallada es como la de Musset con Georges Sand. Ciertamente parece la de una dominatrix con un esclavo voluntario, pero el secreto a voces no deja de ser secreto. Y la poesía lo mejora.
Arruinada en su fortuna y su crédito, Wallada recorrió la España de los reinos de taifa, quizá también la cristiana, exhibiendo su talento y acaso otorgando sus favores, pero siempre volvió a Ben Abdús, en cuyo palacio acabó viviendo aunque sin casarse con él y bajo cuya protección le sobrevivió, siempre altiva y hermosa, hasta cumplidos los 80 años. También Ben Zaydun rehizo su vida y su carrera política en Sevilla, a la sombra del feroz Mutamid, padre del rey poeta Mutamid. Vivió muchos años y murió rico y poderoso, quizá remotamente nostálgico o quizá totalmente curado de aquel amor que ya sólo vivía en las antologías poéticas.
1.-WALLADA LA OMEYA – MARÍA R. / 7 – 6 -2013
2.-WALALDA LA ÚLTIMA LUNA . / 27 -4 -2012
3.-IBN ZAYDUN Y WALLADA . UNA AMOR DE LEYENDA. / 19 -8 -2013
4.-WALLASA BINT AL – MUSTAKFI , LA POETISA ANDALUSÍ – MUJERES DE PELÍCULA – EDMUNDO FAYANÁS ESCUER . / 13 -11 -2017